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Trabajar la capacidad de reacción ante un imprevisto

Trabajar la capacidad de reacción ante un imprevisto

La capacidad de reacción es lo que comúnmente se conoce como ‘tener reflejos’, y precisamente el ciclismo es un deporte en el que tiene que estar muy bien entrenada. Porque nunca se sabe cuándo saldrá un peligro en la carretera y si puede terminar por cogernos desprevenidos. Por eso, en la entrada de hoy proponemos un sencillísimo juego para niños que se están iniciando en la práctica de este deporte.

Porque cuanto antes se empiece a trabajar esta habilidad de reacción, mucho mejor. Con la edad, evidentemente, tienden a perderse, pero si se tienen bien adquiridos siempre serán una importante ayuda. En cualquier caso, como decíamos, será a través del juego como lo aprendan. Como la gran mayoría de los conceptos del ciclismo, ya que es como mejor se terminan interiorizando.

En entradas anteriores hemos descrito algún otro juego más o menos parecido, pero más técnico: el hecho de pintar una línea en el suelo, o hacer varias marcas, y que el niño tenga que frenar y estar parado antes de pisarla. Luego, a medida que el alumno va ganando habilidad sobre la bici, se le hace aumentar la velocidad y luego que vuelva a hacer la misma frenada. El objetivo es ir complicando cada vez más su misión de respetar la marca cuando frena. Lo que proponemos hoy es algo parecido, se puede considerar una variante del juego anterior.

Pero en este caso, los ciclistas van por un espacio determinado y libre –donde se haga la clase, un pabellón, un recinto, etcétera- que deberá estar cerrado al tráfico para evitar interferencias. La idea es que vayan rodando a su aire, centrados únicamente en dar pedales. Después, el monitor o director hará una señal y éstos tendrán que frenar y pararse. El objetivo de este juego es que los chavales aprendan a responder a estímulos forzosos. Por eso es también un factor importante la capacidad de sorpresa del monitor. Otra opción es llenar el espacio con algunos obstáculos y que, al hacer la señal, los niños que pasen relativamente cerca tengan que esquivarlos, aunque ésta se hace menos operativa.

La señal debe ser acústica y no visual

Porque si no los niños estarán siempre pendientes de ver qué hace el monitor y no habrá efecto sorpresa. Vale con un silbato o hacerlo a viva voz. En cualquier caso, se trata de un juego sencillo y que termina siendo muy productivo. Además, en la carretera el ciclista se fía sólo de su propia vista –lo que es normal, porque es el sentido que más se utiliza- pero tiende a descuidar el oído. Un ejercicio fácil pero para no tomarse a la ligera, porque lo que se está entrenando es la respuesta a un peligro imprevisto de la carretera.