La bici del niño

La bici del niño

A partir de los 10-12 años muchos niños de las escuelas ciclistas empiezan a competir en sus correspondientes categorías. Suelen ser carreras controladas y adecuadas para el nivel de estos pequeños ciclistas y, como siempre, el objetivo prioritario debe ser el de que se lo pasen bien y cojan afición por la bici. Ya tendrán tiempo, más adelante, de enfrentarse a retos más importantes y a priorizar resultados.

Ante esta primera etapa competitiva

Quizás hasta los 15-16 años, muchos padres se enfrentan a la decisión de comprar la primera “bici de carreras” para sus vástagos. Pero, ¿cómo debe ser esa bici? ¿es necesario que sea de última generación, lo mejorcirto que podamos encontrar en una tienda de bicis? Muchos educadores indican del riesgo que supone comprar a un niño adolescente o pre-adolescente una bicicleta que valga miles de euros. Sencillamente porque no es necesario para su nivel de competición y porque, seguramente, apenas sabrá apreciar las ventajas de llevar un montura muy cara.

Lo más recomendable en esta primera etapa de participación en carreras es que los chicos dispongan de una bici ajustada a sus necesidades pero no excesivamente cara. Seguramente ellos querrán lo mejor, lo más llamativo, y es probable que sus padres, si también son ciclistas, estén ilusionados con esa idea. Pero no lo vemos acertado, ya que si de buenas a primeras les conseguimos una bici muy cara probablemente no sabrán apreciar su valor y es probable que pierdan la ilusión de conseguir una bici mejor en el futuro, a medida que progresen.

Una buena recomendación es ir mejorando la bici de los chicos y chicas que empiezan a competir a medida que van avanzando en edad y compromiso con el ciclismo. Lo ideal sería empezar por una bici sencilla e irla cambiando en función del progreso en el club, en las carreras y por qué no en sus estudios. En todo caso conviene recordar que los chicos de 12 ó 14 años no necesitan, ni apreciarán un cuadro de carbono aerodinámico ni unas ruedas de perfil. Estos son elemento caros y que no aportan nada al chaval, más allá del mero capricho de equiparlos a la última.