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La bici es un vehículo para ser felices

La bici es un vehículo para ser felices

Hay una frase entre los aficionados al ciclismo –de hecho la extinta página web ‘Cobbles and Hills’ la tenía como lema- que reza que a la felicidad se llega antes si vas montado en bicicleta. Bien, pues esta frase es la primera que deben interiorizar tanto los niños como su entorno cuando empiecen con la práctica de este deporte. La bicicleta no es más que un vehículo para ser felices y de eso se trata.

Desde muy tempranas edades

Cuando los niños empiezan a participar en sus primeras carreras, es habitual que se encuentren nerviosos o presionados. Es una actitud lógica en niños en parte por ese instinto natural de miedo a lo desconocido. En este caso lo “desconocido” son otros niños que se van a someter a la misma prueba con la intención de hacerla en menos tiempo que ellos.

Por eso es importante que desde su entorno más cercano nos centremos en quitarle al niño esa presión y esos nervios y que se la tomen como un juego más. Y, sobre todo, como una estación más en ese viaje a la felicidad. Por desgracia, en muchas ocasiones no es así. Es muy frecuente ver a padres de niños aún más nerviosos que ellos, y gritándoles desde la cuneta que hagan una cosa u otra, contraviniendo muchas veces las órdenes que le haya dado su director o profesor de ciclismo.

Algo inaceptable, por ejemplo, y que se suele dar de una forma relativamente frecuente, es ver a un chaval llorando cuando no gana una carrera. Algunos incluso tiran la bici al suelo y agarran rabietas que no tienen mayor importancia una vez, pero que si no se atajan desde el principio pueden acarrear una mala actitud en los chavales y, desde luego, se estarán alejando del objetivo inicial, que es disfrutar de este deporte sin más pretensiones.

El ciclista profesional Joaquim Rodríguez suele recordar una anécdota de cuando era un niño: tras una carrera que no le salió como esperaba, el ahora corredor del Katusha se lo tomó mal. Lloró, pataleó… A la semana siguiente, cuando se levantó para ir a correr se encontró con que su padre no lo iba a llevar a la carrera. Al preguntarle por qué, su padre le dijo que si montaba en bici para divertirse y luego en una carrera no se divertía, ¿para qué iba a ir a ninguna carrera? Nunca más volvió a tomarse a mal una derrota. Sirva este ejemplo para recordar que, en bicicleta, lo más importante para un niño no es llegar el primero a meta sino simplemente ser feliz.