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Pelotones grandes, riesgo de caídas (Vuelta al Bajo Aragón II)

Pelotones grandes, riesgo de caídas (Vuelta al Bajo Aragón II)

La Vuelta al Bajo Aragón sigue su curso con las dos primeras etapas en línea, y lo cierto es que a la Academia Ciclista Maté no termina de irle del todo bien una carrera que los dos años anteriores se les había dado de maravilla. En esta ocasión las caídas están haciendo de las suyas, pero todo esto tiene una explicación bastante lógica, aunque no lo parezca.

Y es que en las carreras cadete de España no hay normalmente pelotones tan grandes. Juntar un grupo de 200 corredores hace que el riesgo de caídas se multiplique. No sólo por los ‘accidentes’ de la carretera –curvas, estrechamientos, baches-, sino también y lo más importante porque los niños aún no tiene la destreza ni la técnica necesarias para estar en un grupo tan numeroso. Los bandazos son frecuentes, en algunos casos demasiado, y la frecuencia de Radio Vuelta de la carrera avisa de caída, al menos, dos o tres veces por etapa.

Por desgracia, en el ciclismo a veces el aprendizaje se hace así. En la primera etapa en línea (Nonaspe-Chiprana, 53 kilómetros), la etapa se decidió en la última curva y hubo un fuerte bandazo que hizo caer a varios corredores… y varios de los nuestros tuvieron que echar el pie a tierra, con lo que perdieron tiempo. Aquí es donde se nota la pericia técnica, que te libra de esa pérdida de segundos y, lo más importante, de caerte y hacerte daño. Mientras dos de nuestros corredores –Javi y José María, que practican la bici de montaña desde pequeños- pudieron librar la caída por la acera, otros dos –Salva y Franmi- tuvieron que frenar y pararse para después volver a arrancar.

La jornada más dura era el domingo

Con final en el Castillo de Caspe. Primero se fue al suelo Alex, que tuvo que abandonar con un fuerte golpe en el hombro. Un ‘afilador’ de los de siempre, con la rueda delantera suya rozando la trasera de otro ciclista, hasta que el corredor pierde el control de la bici. Después, a poco más de tres kilómetros de meta, en un estrechamiento, otra caída cogió a Salva y José María, que iba cuarto en la clasificación de cadetes de primer año. Los dos acabaron perdiendo más de cuatro minutos pero por suerte no se hicieron daño.

Después de la carrera, al hotel. Ducha, comida y siesta para descansar de los esfuerzos. Y es que la etapa del sábado era por la tarde –acabó a las 19 horas- y la del domingo por la mañana, con lo que a las 7 ya estaban en pie. Por cierto, muchos de ellos probaron por primera vez lo que es desayunar un plato de pasta sin salsas a las 7:30 de la mañana. Como decíamos en la entrada anterior, estas carreras sirven para acostumbrarse poco a poco a lo que será la vida del ciclista de competición. Aunque el factor diversión sea el más importante.